Esta rama se llama “El amor entre Orestes y Pilades”. Son ellos dos, con su llegada a Argos que dan comienzo a la Electra de Sófocles. Esa primera escena es una dialogo entre Orestes y el viejo pedagogo organizando los planes de venganza. Orestes le pide al viejo que vaya a palacio y anuncie la falsa muerte de Orestes en un accidente. Pilades, junto a Orestes en todo momento, es uno de esos misteriosos personajes de la tragedia griega que no hablan nunca, un personaje silencioso.
Pilades era hijo de la hermana de Agamenón, es decir, primo de Orestes. Su relación ha representado a lo largo de los siglos el amor fraternal.
Siempre encuentro referencias contradictorias y confusas sobre las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo en la Atenas y la Esparta clásicas. Es por ello que he pedido varios libros recientes sobre el tema en la biblioteca, ya que en las últimas décadas ha habido varias revisiones historicistas importantes que intentan ver este tema sin el prisma judeocristiano de por medio.
Uno de los muchos problemas que tenemos en entender la vida cotidiana de Atenas y otras ciudades estados del siglo V. a.C., es que los pocos textos que han sobrevivido son prescriptivos y no descriptivos. Es decir, que hablan de cómo las cosas deben ser, sobre todo en las relaciones interpersonales, y no cómo las cosas son, en la vida real.
Pero mientras espero esos libros y me educo de una vez por todas en los enigmas del amor griego, tengo que recrearme un poco en el romanticismo que yo encuentro en la relación entre Orestes y Pilades. La primera pista la encontré en el clásico de divulgación “Mitología” (1942) de Edith Hamilton, una gran clasicista americana, nacida en Alemania en 1867. En él, Hamilton explica eufemísticamente: “Los dos habían crecido juntos y eran devotos el uno del otro en una forma que va más allá de la típica amistad”.
Ya en Eurípides encuentro a estos dos personajes en la tragedia “Ifigenia en Tauris”. (Aquí los dos hablan). Ifigenia le pregunta a Orestes sobre su relación con Pilades:
IFIGENIA: ¿Sois hermanos?
ORESTES: No de sangre sino de amor.
Las representaciones clásicas, románticas y neoclásicas de estas dos figuras resaltan el componente homo-erótico de la relación.
En el llamado Grupo de San Ildenfonso, en el Museo del Prado de Madrid, encontramos la siguiente estatua del año 10 a.C. También incluyo un cuadro del Louvre de Francois Bouchot (1800 -1842).
Mañana, volvemos a Electra y su primera gran conversación con el coro.
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