Bienvenidos

Electra. Una de las grandes sufridoras de las historia. Una mujer peligrosa, porque no le queda nada que perder. Una mujer sedienta de sangre y de venganza. Una mujer con un inevitable complejo.

Me he liado con Electra; en el sentido de puro enredo creativo.


Me he obsesionado con ella, como en su día me obsesioné con la Goneril del Rey Lear, o con Medea. Pero esta vez he decidido abrir las puertas del taller… estudiar, aprender en público, con otros, mi invisible coro griego.

Aquí os invito a uniros a mi búsqueda. Bienvenidos.

Emilio Williams




31.7.10

Día 11: Electra, Hamlet y las camas de los padres.

Este blog me está ayudando mucho aunque seguramente no haya nadie ahí leyendo… escribir todos los días de forma metódica sobre lo que me produce el texto de Electra me obliga a hacer una lectura detallada, analítica, que tal vez no podría hacer para mí solo, en privado.
Entre otras cosas porque quedan por llegar los grandísimos momentos teatrales de la obra. Momentos como cuando el anciano pedagogo cuenta con todo detalle la supuesta muerte de Orestes en un accidente, o cuando Electra llora sobre la urna pensando que son las cenizas de su hermano muerto, su única esperanza de venganza, o cuando Orestes mata a su madre, y el escenario vemos a Electra fuera de la casa, como un animal salvaje en una jaula, pidiéndole al vengador que no tenga piedad… Todo eso y más, y esos momentos son tan teatralmente brutales que me dan ganas de saltar a ellos, o volver a leer Electra de un tirón este fin de semana. ¡Qué maravillosa obra!

Pero calma, estamos todavía en la primera conversación de Electa con el coro. Uno de sus grandes momentos Hamlet. Como Hamlet que reprochaba a su madre Gertrudis el compartir el lecho del difunto padre con su hermano, Electra está también obsesionada con el lecho de su madre. (Parece que ambos personajes trágicos están tan obsesionados con el asesinato de su padre, como están con el hecho de que sus madres compartan su lecho, trono, casa, riquezas con los asesinos: Claudio en Hamlet, y Egisto en Electra. Pero sobre todo el lecho. Volvemos a los “daddy issues”. Hamlet sufre el síndrome de Electra, no hay duda. Tal vez Freud debería haber nombrado el síndrome de Hamlet para aquellos hombres que sufrimos más como Electra, que como Edipo.

Este pasaje de Electra es puro Hamlet:

“ Veo el trono de mi padre con Egisto en él, a Egisto llevar las ropas de mi padre (…) el peor ultraje, ocupar el lecho de mi padre con mi madre en él, si le puedo llamar madre.”

Ambos personajes trágicos creen que la madre ya no es madre por compartir ese lecho. En Hamlet se llama incestuoso porque Gertrudis y Claudio eran cuñados. (En Electra Clitemnestra y Egisto solo primos)

Post-It: Estar atento a algo que recuerdo andaba en la sub-trama de Hamlet: el miedo a que Claudio fuera su padre. (¿Temerán Electra y Orestes que Egisto sea su padre secreto?)

30.7.10

Día 10: Hamlet y Electra

La trama familiar de Electra es casi idéntica a la de Hamlet. Bajo este prisma, Hamlet sería un personaje “composite” de Electra y Orestes. Tal vez, este análisis nos sirve más para entender Hamlet que para entender Electra.

Pero no deja de ser interesante para mí la trama fundamente que une a estas dos grandes familias trágicas.

Mientras que Hamlet es el gran símbolo de la duda, Electra es cada vez más para mí, el gran símbolo de la convicción. Hamlet es heroico en su humanidad, Electra en su inhumanidad, en su certeza.



28.7.10

Día 9: Una trama familiar

Aunque el público del siglo V a.C. conocía de sobra la trama de la familia Atreus, tanto por los poemas de Homero como por la Orestiada de Esquilo, Sófocles resume en sus dos primeras escenas de Electra la trama básica: el rey Agamenón es asesinado por su esposa, Clitemestra y su primo Egisto. Juntos toman el poder. El hijo del rey asesinado y de la reina asesina regresa a casa con su mejor amigo para vengar el crimen.


¿A qué me recuerda esta trama?


26.7.10

Día 9: Por qué me estremecen los primeros lamentos de Electra…



 
Volvemos a la segunda escena de Sófocles. Electra se lamenta ante el coro. El coro, como ocurre en Medea intenta calmarle, hacerle entrar en razón. Mientras que Medea sorprende en su humanidad, en su resolución, su demagogia, pero también su capacidad de dudar si matar a sus hijos, Electra me estremece por otra postura psicológicamente compleja y nada maniquea: por ser consciente de su extremismo pero reconocer lo inevitable de su reacción y su desmedida sed de venganza.

Electra al coro: “Mujeres, me avergüenzo. Sé que me encontráis extrema en mi duelo. Pero os lo digo: no tengo otra opción”.

Electra escucha las razones del coro, las admite y aun así entiende que no las puede seguir en su famosa doble negación “No puedo no estar afligida”.

La mesura del coro, su consejo de que no busque el ojo por ojo, vengándose de su madre por el asesinato de su padre caen en saco roto. Mientras que otros personajes sanguinarios, o sociópatas, o perversos de la historia de la literatura tienen una moral o una lógica interna distinta del espectador, Electra es capaz de entender la lógica del coro, admitir que puede que haya algo incorrecto en lo que está sintiendo y aun así echar por tierra todo consejo de prudencia y echar a la piscina de la venganza.

“Soy consciente de mi cólera”

Esta admisión de la lógica del coro y su rechazo hacen de Electra un personaje tridimensional, y psicológicamente muy complejo. De alguna manera su seguridad resulta admirable.

25.7.10

Día 8: La devoción de Orestes por Pilades.

Antes de seguir con el personaje de Electra, he de irme por una de las múltiples ramas que me encuentro todos los días.
Esta rama se llama “El amor entre Orestes y Pilades”. Son ellos dos, con su llegada a Argos que dan comienzo a la Electra de Sófocles. Esa primera escena es una dialogo entre Orestes y el viejo pedagogo organizando los planes de venganza. Orestes le pide al viejo que vaya a palacio y anuncie la falsa muerte de Orestes en un accidente. Pilades, junto a Orestes en todo momento, es uno de esos misteriosos personajes de la tragedia griega que no hablan nunca, un personaje silencioso.

Pilades era hijo de la hermana de Agamenón, es decir, primo de Orestes. Su relación ha representado a lo largo de los siglos el amor fraternal.

Siempre encuentro referencias contradictorias y confusas sobre las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo en la Atenas y la Esparta clásicas. Es por ello que he pedido varios libros recientes sobre el tema en la biblioteca, ya que en las últimas décadas ha habido varias revisiones historicistas importantes que intentan ver este tema sin el prisma judeocristiano de por medio.

Uno de los muchos problemas que tenemos en entender la vida cotidiana de Atenas y otras ciudades estados del siglo V. a.C., es que los pocos textos que han sobrevivido son prescriptivos y no descriptivos. Es decir, que hablan de cómo las cosas deben ser, sobre todo en las relaciones interpersonales, y no cómo las cosas son, en la vida real.

Pero mientras espero esos libros y me educo de una vez por todas en los enigmas del amor griego, tengo que recrearme un poco en el romanticismo que yo encuentro en la relación entre Orestes y Pilades. La primera pista la encontré en el clásico de divulgación “Mitología” (1942) de Edith Hamilton, una gran clasicista americana, nacida en Alemania en 1867. En él, Hamilton explica eufemísticamente: “Los dos habían crecido juntos y eran devotos el uno del otro en una forma que va más allá de la típica amistad”.

Ya en Eurípides encuentro a estos dos personajes en la tragedia “Ifigenia en Tauris”. (Aquí los dos hablan). Ifigenia le pregunta a Orestes sobre su relación con Pilades:

IFIGENIA: ¿Sois hermanos?

ORESTES: No de sangre sino de amor.

Las representaciones clásicas, románticas y neoclásicas de estas dos figuras resaltan el componente homo-erótico de la relación.

En el llamado Grupo de San Ildenfonso, en el Museo del Prado de Madrid, encontramos la siguiente estatua del año 10 a.C. También incluyo un cuadro del Louvre de Francois Bouchot (1800 -1842).

Mañana, volvemos a Electra y su primera gran conversación con el coro.




Día 7: Los lamentos de Electra.

Llevo una semana a cuestas con Electra. Y, como era de esperar, cada día estoy más perdido. Lógico. Cuanto más sabemos, más cuenta nos damos de nuestra gran ignorancia. Los post-it temáticos se acumulan. Y no hay horas en el día para seguir todas las pistas, para leer y aprender todo lo que quisiera y, claro, menos todavía para escribir sobre los cabos que voy atando aquí y ahí. Es por ello que intento hacer las entradas al blog lo más sucintas posibles, breves recordatorios de ideas que tal vez pueda llegar a desarrollar más adelante.
El tema de hoy, los lamentos, o mejor dicho los alaridos de Electra, podría ser suficiente para escribir todo un libro.

Al parecer Sófocles, en su Electra, crea para su personaje principal una serie de gritos onomatopéyicos, que pudieran ser tanto de creación propia, como expresiones arcaicas de dolor. Mi traductora al inglés, la gran poeta Anne Carson, ha preferido dejarlas sin traducir. Estas expresiones entran en la métrica de los versos de Sófocles. Electra emite catorce alaridos distintos a lo largo de la obra. Y si uno intenta leerlos en voz alta, son escalofriantes.

Ya estamos en la primera escena de la Electra de Sófocles. Orestes ha llegado, con su inseparable amigo Pílades, al castillo donde su padre Agamenón fue asesinado por Clitemnestra. Mañana volveremos a esta primera escena, que termina, cuando dentro del palacio se oye la voz de Electra emitiendo este aterrador alarido de pena: “IO MOI MOI DYSTENOS”  (En otra traducción, aunque parezca mentira, viene como un simple “Ay, ay”. Es por ello que aplaudo a Anne Carson la valentía de no traducir lo intraducible.)

Son los gritos de Electra una de las cosas que más fascinó a Virginia Woolf de la obra de Sófocles:

“Su Electra se presenta ante nosotros como una figura tan atada de pies y manos que solo puede moverse un centímetro por aquí, un centímetro por allá. Pero cada uno de esos movimientos tiene que expresar lo máximo, porque al estar tan atada y sin tener el desahogo de poder insinuar, repetir, o sugerir, Electra no sería más que una muñeca encadenada. En su estado de crisis, sus palabras están desnudas; son meros gritos de desesperanza, deleite, odio… Son estos gritos que dan su punto de vista y delinean la obra entera.”

Hay una gran variedad de estos enigmáticos alaridos a lo largo de la obra: OIMOI MOI, TALAINA, OIMOI TALAINA, OTOTOTOTOTOI TO TOI.

Como dice Anne Carson, Sófocles no adjudica tanto dolor ni a su Filoctetes muriendo de gangrena en el pie, ni a su Hércules muriendo quemado en la hoguera.

Este gran comienzo de llanto trágico nos indica que estamos ante una sufridora sin parangón. Que lo que vamos a ver a continuación en Electra es un dolor mayor que el de Antígona por no poder enterrar a su hermano, que el de Medea porque Jasón le ha dejado por una princesita, o que el de Fedra por sentir un amor prohibido por su hijastro Hipólito.

“ IO MOI MOI DYSTENOS”

¿Es el dolor de Electra tan único y personal que Sófocles se vio obligado a crear un nuevo lenguaje para que el personaje pudiera expresarlo?
¿Es, en definitiva, el dolor existencial un sentimiento condenado a ser intraducible?

"OI MOI MOI"

23.7.10

Día 6: El temblor y el brillo de la existencia

En el aniversario del fallecimiento de un ser que se resiste todavía a cualquier apelativo, confirmo una vez más los consuelos de la literatura, y cómo los libros, y el arte en general, son los cables de cobre invisible que nos unen con el más allá. (El más allá en el sentido más amplio del cliché: el que desconocemos por descubrirse solo a la muerte, y también el que tenemos delante de nuestras narices y nos negamos a descubrir por pereza vital, temor o invalidez existencial).

El cable es esta ocasión Virginia Woolf. La gran partidaria de la habitación propia, que tanto le gustaba a mi amiga. Leo a Virginia Woolf en un Starbucks de Manhattan donde he tenido que crear de forma virtual una habitación propia para continuar mi venturosa búsqueda de Electra.

Fue en el tercer capítulo de su “Common Reader” donde Virginia Woolf articulaba a la perfección por qué continuamos regresando, una y otra vez, a estos enigmáticos textos clásicos griegos:

“Con el sonido del mar en sus oídos, viñedos, prados, riachuelos a su alrededor, los Griegos era más conscientes, incluso que nosotros, de la falta de piedad que tiene el destino. Hay una tristeza, en la espina dorsal de la vida que ellos ni se molestan en mitigar. Eran completamente conscientes de su lugar en la sombra, y al mismo tiempo estaban despiertos a cada temblor y brillo de la existencia; es ahí donde ellos perduran, y por ello acudimos a ellos cuando nos hartamos de la vaguedad, de la confusión, del Cristianismo y sus consuelos, de los tiempos que nos han tocado vivir.”

(Original en ingles: With the sound of the sea in their ears, vines, meadows, rivulets about them, they are even more aware than we are of a ruthless fate. There is a sadness at the back of life which they do not attempt to mitigate. Entirely aware of their own standing in the shadow, and yet alive to every tremor and gleam of existence, there they endure, and it is to the Greeks that we turn when we are sick of the vagueness, of the confusion, of the Christianity and its consolations, of our own age.)

En este mismo ensayo, Virginia Woolf analiza los enigmáticos gritos de Electra a lo largo de la obra de Sófocles. Pero este tema, importantísimo y difícil, lo tengo que aparcar hasta mañana.

Copio el link al artículo completo de Virginia Woolf.


Día 5: Interludio de cine

Recordaba vagamente una versión cinematográfica de Electra. Era en blanco y negro, con Irene Papas. Efectivamente, he encontrado la referencia, una película del año 62.  El primer fragmento está en youtube, con subtítulos en Español. Creo que está basada en la obra de Eurípides (y no la de Sófocles que yo estoy leyendo ahora).

Irene Papas fue la actriz que dijo: “Irene Papas nunca ha ganado un Oscar. Pero el Oscar tampoco ha ganado a Irene Papas.” Con razón que se la considera la gran actriz de cine de tragedia griega (interpretó no solo a Electra, sino también a su madre Climtenestra, a Helena de Troya y a Antígona.)

¡Cuánto trabajo queda!



22.7.10

Día 4: Agamenón es asesinado por su esposa

La llegada de comentarios positivos de colegas de todo el mundo me anima mucho y me indica que he encontrado a varios interlocutores que vivifican con su interés el fuego de esta pesquisa blogiana.

Con especial ilusión recibo el primer comentario (a la entrada del día 1) de una amiga del alma, que resulta ser una de mis blogeras favoritas de España: Beatriz Torres.

Me comenta su experiencia como espectadora de la “Orestiada” de Mario Gas:

“Hace un par de años vi la Orestiada de Mario Gas y me fascinó. Pensaba que iba a ser mas duro, mas lejano y me sorprendió la fuerza del montaje, la actualidad de los temas, la universalidad de los personajes.”

Yo me perdí este montaje, pero los elogios de Bea a esa trilogía me vienen como anillo al dedo. Es precisamente en esa primera obra de la trilogía de Esquilo que Agamenón, el padre de Oreste y Electra regresa de Troya a su casa (con Casandra como concubina).

Ya en palacio le recibe su esposa Clitemestra que durante su ausencia se ha casado con Egisto, primo de Agamenón. Mientras que Agamenón toma un baño, Clitemestra le asesina brutalmente en venganza por el hecho de que Agamenón hubiera sacrificado Ifigenia, hija de ambos, camino de Troya.

Incluyo un cuadro de la época romántica que ilustra el acontecimiento con Agamenón descansando en la cama.

El culebrón ya está a servido.

Pero antes de entrar a fondo en el personaje de Electra, me parece fundamental, dedicarle unos días a la figura de Clitemestra, una de las grandes y enigmáticas heroínas clásicas. Una mujer con una sed insaciable de venganza que añadirá fuego a la destrucción de la Casa de los Atreos.

21.7.10

Día 3: “Daddy Issues” (Agamenón, primera parte)

Los americanos usan esta tronchante expresión “Daddy Issues” , temas pendientes con papá, para hablar de las personas que se han quedado estancadas en asuntos relacionados con la figura paterna. Más allá del “Complejo de Electra” los “daddy issues” no conocen género, ni se circunscriben a las connotaciones represivo-sexuales de los complejos freudianos.

Chris, durante una pelea con un irritado vecino de mediana edad que estaba tomando una postura paternal y condescendiente con él, gritó: “Thank God, I got over my daddy issues.” (Gracias a Dios, ya he resuelto mis temas pendientes con mi padre). Hasta hoy me hace reír esa postura tan profunda del “Drunk Buddha”, mote que alguien le puso a Chris por su capacidad de dar en la diana filosófica en los momentos más inesperados y ebrios.

 
Y es que existen tantos hombre y mujeres con “daddy issues” como hombres y mujeres con “baby issues”. Estos últimos, como el vecino de pelo cano, que van por la vida de papá de todos.

 
(Post-it recordatorio: repasar la historia del regreso del hijo prodigo, un tema calado de “daddy” y “baby issues”)

 
(Post-it recordatorio 2: La carta al padre de Kafka. Daddy issues on acid)

 
Pero ya me estoy yendo por los cerros de Úbeda. Hoy había que hablar de Agamenón, el daddy de Electra.

 
Parece ser que las tragedias griegas del siglo V (antes de Cristo) transcurren en un tiempo mitológico en el que los dioses formaban parte de la vida diaria de los humanos. Es una era que coincide con la misteriosa “Edad de Bronce” de la que sabemos muy poco, pero de la que los contemporáneos de Esquilo, Sófocles y Eurípides sabían todavía menos. Desconocimiento que les permitía elucubrar poéticamente sobre sus antepasados. Homero en su Ilíada y Odisea narró las desventuras de muchos de esos héroes y recreó los pormenores mitológicos del saqueo de Troya.

 
Uno de los muchos comienzos posibles de la saga de los Atreos, es la burrada que Agamenón cometió camino de Troya.

  1. Helena es raptada, o se da a la fuga, por/con París a Troya. Sí, Elena de Troya, la mujer más bella del mundo.
  2. Su marido Menelao y su cuñado Agamenón se aventuran a la empresa de ir a rescatarla a Troya (precipitando el saqueo/guerra de Troya)
  3. Camino de Troya, los viento juegan en contra de las tropas de Menelao y Agamenón. La diosa Artemisa pide a Agamenón que sacrifique a su hija Ifigenia para poner los vientos a su favor.
  4. Agamenón se debate entre su deber social (las tropas a su cargo camino de Troya) y su deber domestico (cuidar de su hija Ifigenia).
  5.  El deber político/religioso/social prima en Agamenón y éste sacrifica a su hija Ifigenia.

 
Así es como Agamenón optó por matar a su hija, hermana de Orestes y de nuestra querida Electra. Menudo papi.

 
Hoy recordamos la sangrienta muerte de Ifigenia con una ilustración pompeyana del siglo I antes de Cristo.

 

 

19.7.10

Día 2: Comienzo a leer la Electra de Sófocles.

Descubro que casi todas las obras de los tres grandes autores trágicos griegos del siglo V A.C. han desparecido. Solo existe un pequeño aperitivo de lo que fueron sus obras completas: Esquilo (nos han quedado 7 obras de un estimado de 70 a 80 obras), Sófocles (7 obras de 127), Eurípides (18 o 19 de más de 90).

Solo esas poquitas piezas nos quedan para entender una era indispensable, una época dorada en la que en realidad se formó el teatro, tal y como lo entendemos hasta hoy en día.

Qué suerte la mía, que sí han sobrevivido las versiones del personaje de Electra de estos tres grandes monstruos en tres obras: Las coéforas de Esquilo, Electra de Sófocles y la Electra de Eurípides.

Yo voy a empezar releyendo la Electra de Sófocles, en una edición en inglés de Anne Carson que me ha regalado mi amiga Mercedes Herrero por mi cumpleaños.

Al que se anime a ir leyendo le recomiendo esta edición de Alianza por 7,5 euros.

Electra pertenece a una de las grandes y sangrientas sagas de la antigüedad, la maldita Casa de Atreo (Sus miembros llamados Atridas o Atreides son los protagonistas de uno de los grandes culebrones de la historia) . Mañana, para preparar los antecedentes, voy a escribir un poco sobre la familia de Electra, empezando por los padres de la criatura Agamenón y Clitemnestra.

Día 1: Comienza la aventura

Carmen Martín Gaite nos dejó hace ahora diez años. Fue, y sigue siendo, una de nuestras grandes. El hilo conductor de su obra y su vida fue su insaciable “búsqueda del interlocutor”. Eso es lo que busco yo ahora: un coro de interlocutores, de argonautas, con los que viajar al encuentro de Electra.

Habrá reflexión, lectura, incluso nos reuniremos para trabajar cara a cara. Animamos a unirse a esta aventura a todos profesionales de cualquier disciplina de las artes plásticas y/o escénicas y, por supuesto, al público.

Las páginas de este blog están abiertas para que comentéis a lo largo del viaje. Además os animamos a que os subscribáis como “seguidores” del blog para estar al día de todas las actualizaciones virtuales y de las actividades paralelas que realicemos en el mundo real.

¡Gracias a todos!