Bienvenidos

Electra. Una de las grandes sufridoras de las historia. Una mujer peligrosa, porque no le queda nada que perder. Una mujer sedienta de sangre y de venganza. Una mujer con un inevitable complejo.

Me he liado con Electra; en el sentido de puro enredo creativo.


Me he obsesionado con ella, como en su día me obsesioné con la Goneril del Rey Lear, o con Medea. Pero esta vez he decidido abrir las puertas del taller… estudiar, aprender en público, con otros, mi invisible coro griego.

Aquí os invito a uniros a mi búsqueda. Bienvenidos.

Emilio Williams




8.8.10

Día 17: En camisa de once varas.

No aprendo. Siempre me pasa. Me meto en más de lo que puedo abarcar. Y adentrarme en medio de una búsqueda de Electra en el mundo inhóspito de Friedrich Nietzsche es “too much”. Aunque si ya estoy listo para contarlo en el blog, será porque de algo me está sirviendo. Bueno, seamos francos, me está sirviendo de mucho.
Y eso que es uno de esos nombres que da miedo. Sus libros son difíciles, polémicos, enigmáticos… le vuelven a uno tan loco como se volvió él en la vida real. Hasta sus famosos bigotes dan un poco de miedo en las fotos.



Pero he encontrado cierto consuelo en Nietzsche. Su primer libro se tituló “El nacimiento de la tragedia (griega)” Es un libro indispensable para los que estudian la tragedia antigua. En este libro postuló su influyente teoría de lo Apolíneo y lo Dionisiaco. Es una metáfora, un simbolismo psicológico y filosófico que ayuda mucho a la hora de analizar cualquier obra de arte y sobre todo el género de la tragedia.

Para Nietzsche lo Apolíneo se refiere al dios Apolo y representa una visión del mundo ordenada, con límites, con una belleza racionalista, proporcionada, de aparente practicidad.

Lo Dionisiaco, pertenece al dios Dionisio (Baco para los romanos), el dios en cuyo festival se representaron las grandes tragedias griegas que han sobrevivido. Este dios representa lo opuesto de Apolo, representa lo caótico, lo dinámico, y una imagen del ser humano como alguien que pertenece a un todo, más allá de la individualidad egoísta de lo Apolíneo.

En la tradición judeocristiana hemos crecido reprimiendo lo Dionisiaco, algo a lo que tener miedo, algo por lo que sentirse culpable… una pecaminosa y bárbara tendencia que debemos reprimir.

Para Nietzsche nadie representó con mayor certeza el equilibrio perfecto entre lo Apolíneo y lo Dionisiaco que Esquilo y Sófocles. Según Nietzsche con Eurípides y Sócrates llego la tiranía de la razón que puso en nuestra cultura el obsesivo culto a lo Apolíneo.

Nietzsche tiró por la borda muchas de las concepciones de nuestra civilización, siendo un iconoclasta, anunciando la muerte de Dios y criticando la Cristiandad y su hipocresía moral autocomplaciente, más que a Cristo en si, como figura histórica.

Es por todo ello que Nietzsche es radiactivo en nuestra tradición. Algunos lo llaman el Anticristo.

Me alegro haberme encontrado con él en este camino. Sus provocaciones intelectuales me ayudan en esta búsqueda de Electra. Me ayudan a entender que está bien no entender las tragedias en su totalidad. Que lo Dionisiaco es ininteligible porque no todo tiene sentido en la vida. Hay que abrazar lo Dionisiaco. La razón no puede con todo. No explica todo. No responde a todas las preguntas.

Para Nietzsche el sentido de la vida no se encuentra en la razón sino en las pasiones.

Y admiraba enormemente, y yo con él, el hecho de que los griegos no intentaban blanquear las tremendas, incompresibles realidades de la vida: lo trágico que está a la vuelta de la esquina y que nos deja, en cada una de sus apariciones, aturdidos, y a nuestras herramientas de racionalización obsoletas y oxidadas.

Como antídoto contra el conformismo, contra los que nos venden como práctico lo que no sirve para nada… aquí llega Nietzsche y su pasión dionisiaca al rescate.

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