Bienvenidos

Electra. Una de las grandes sufridoras de las historia. Una mujer peligrosa, porque no le queda nada que perder. Una mujer sedienta de sangre y de venganza. Una mujer con un inevitable complejo.

Me he liado con Electra; en el sentido de puro enredo creativo.


Me he obsesionado con ella, como en su día me obsesioné con la Goneril del Rey Lear, o con Medea. Pero esta vez he decidido abrir las puertas del taller… estudiar, aprender en público, con otros, mi invisible coro griego.

Aquí os invito a uniros a mi búsqueda. Bienvenidos.

Emilio Williams




2.8.10

Día 13: Clitemnestra vs. Electra

Entra a escena Clitemnestra. Una de las grande figuras femeninas de la tragedia griega, junto a su hija Electra, Medea y también Antígona. Son mujeres excepcionales, a pesar de haber nacido en el contexto de una sociedad donde las mujeres eran consideradas de una raza menor.

Clitemnestra es, no hay duda, una mujer llena de dignidad y fuerza, una mujer de armas tomar.

Es un lujo poder tener, no sólo versiones de Electra, sino también versiones de Clitemnestra de los tres grandes trágicos: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Tengo que estudiar mucho más sobre Clitemnestra. (Se poco, por ejemplo que en la Orestiada de Esquilo se la considera un personaje temible con características masculinas).

Con estas dos grandes divas en escena, el drama va en incremento. Clitemnestra y Electra entran en un choque de opiniones sobre el asesinato de Agamenón. Primero Clitemnestra echa en cara a Electra el estar montando un numerito en la calle, avergonzando a la familia una vez más, aprovechando la ausencia del patriarca Egisto.

Y es que, en lugar de presentar un juego obvio de buenos y malos, Sófocles convierte a Clitemnestra en una mujer con razones para haber cometido el crimen contra Agamenón. Le otorga argumentos sólidos. Esos argumentos ponen en duda la misma necesidad de venganza por parte de Electra, su justicia.

Clitemnestra recuerda a Electra el indigno crimen cometido por Agamenón cuando éste sacrifico a su hija Ifigenia camino de Troya. Clitemnestra pregunta, con mucha razón, que si Troya fue causado por la huida de Helena a Troya con París, por qué no fueron los propios hijos de Helena con Menelao los que sufrieron un sacrificio. (Menelao es el hermano de Agamenón que codirigía la expedición). Algo de razón tiene.

Al fin y al cabo, no solo había sacrificado a su hija, su marido también había tardado diez años en volver de Troya. (Troya estaba lejos pero no tanto.) Y cuando lo hizo, lo hizo con una concubina (Casandra) bajo el brazo. (Según algunas tradiciones Agamenón y Casandra llegaban a casa, encima, con dos niños gemelos)

Es inevitable ver la lógica de Clitemnestra. Pero la lógica, no siempre gana en tragedias celebradas durante festivales al dios Dionisio (Un dios que estimula a sus seguidores en estasis y bajo signos de locura ritual)

Electra, el personaje más dionisiaco de la obra, considera todo lo dicho por Clitemnestra una gran excusa. Electra acusa a su madre de matar a Agamenón por lujuria, por su deseo de substituir a padre por Egisto.
Clitemnestra, con desdén, da por terminada la discusión y continúa con su objetivo: hacer una ofrenda a Apolo, preocupada por sueños que ha estado teniendo, que parecen ser, según el coro, augurio de una posible venganza.

Todos los miembros de la Casa Atreo se encuentran sumidos en una sangrienta, interminable espiral de venganza, ojo por ojo. Tal vez por ello, importe poco quien tiene razón y quién no. Pero no deja de ser admirable, y enriquecedor que Sófocles haya dado a cada personaje su parte de razón, que a pesar de los siglos podamos entender a todos ellos, un poco. He ahí el enigma de los personajes trágicos griegos, no dejan de sorprendernos, de parecernos admirables y repugnantes a un tiempo, sobre todo a los que hemos crecido en una tradición maniquea y cristiana donde solo caben los buenos y los malos.

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