Bienvenidos

Electra. Una de las grandes sufridoras de las historia. Una mujer peligrosa, porque no le queda nada que perder. Una mujer sedienta de sangre y de venganza. Una mujer con un inevitable complejo.

Me he liado con Electra; en el sentido de puro enredo creativo.


Me he obsesionado con ella, como en su día me obsesioné con la Goneril del Rey Lear, o con Medea. Pero esta vez he decidido abrir las puertas del taller… estudiar, aprender en público, con otros, mi invisible coro griego.

Aquí os invito a uniros a mi búsqueda. Bienvenidos.

Emilio Williams




16.8.10

Día 20: Desvío con visita al oráculo

El mundo de los griegos, y aprender sobre ellos, no tiene límite. Hoy he descubierto que Cleopatra murió a mi edad. (Me tengo que poner las pilas. Voy con retraso.)

Cleopatra era étnicamente Griega. La primera de su dinastía en aprender egipcio. Vamos, que no era tan, tan exótica como nos la pintaban en Hollywood. Era un intelectual y amante de los clásicos griegos.

Pero esa es otra historia.

Voy camino de Seúl. Un viaje que he tenido que adelantar. No niego que me apetece mucho tener un viaje largo en avión, Electra bajo el brazo, de mi brazo, sin interrupciones, más de catorce horas.

La discontinuidad de este blog es prueba fehaciente de mi dificultad de concentración en los últimos días: terminar todo el trabajo que tenía pendiente, corre-corre, y visitar a mi Oráculo de Delfos particular.

Vive en Charlottesville, Virginia, y es un Dios de dos cabezas. Una representa a Zeus (Javier Herrero), la parte racional, el maestro, una figura “agamenónica”, paternal y sabia. La otra cabeza es la Hera, esposa y hermana de Zeus (Mercedes Zulueta) cargando un cariñoso cuerno de la abundancia. Con ellos estoy como la película de Julia Roberts: Eat (Merche), Pray (al intelectualismo de Javier), Love (Frank que me acompaña y le saca partido a todo)

Frank y yo nos hemos dado no solo un atracón de comer, sino también de leer, lo más rápido posible, libros de la biblioteca de Javier, un gran hispanista que empezó como profesor de clásicas, y que nos explicó durante la cena a los presocráticos con la misma naturalidad mundana que uno cuenta una visita al supermercado.

Son buenas excusas para retrasarme en mi blog. Le cuento a Frank mi agobio, y tan magnánimo como siempre me abraza y me dice: “No te agobies, estás viviendo y aprendiendo para luego escupir tu Electra.” (Que no “escupir a tu Electra”; se refiere al proceso de gestar una Electra y parirla, no el de echarla un escupitinajo a ella.)

¡Qué mejor mitología la de los amigos de siempre! Viva a mi Oráculo tripartito… eat, pray, love.

11.8.10

Día 19: La imposibilidad de ser fiel (al autor)

Todo intento de re-presentar (volver a presentar) cualquier tragedia clásica griega tiene que partir de la base que ha de ser una traición.

Es imposible re-crear (volver a crear) lo que estas obras debieron ser.

Para empezar están escritas en verso, en un idioma muerto cuya fonética ha sido re-construida por filólogos. (Es decir, que no podemos captar y saber a ciencia cierta su musicalidad, ni sabiendo perfectamente griego antiguo)

Ni una traducción literal palabra, por palabra, ni una traducción lirica de un poeta, puede ser óptima si buscamos la fidelidad.
Además, las tragedias eran musicales. Y las partes del coro eran cantadas y bailadas, con una música y unos movimientos que desconocemos.

Todos los papeles (de hombre y de mujer) eran representados por tan solo tres actores (hombres todos) cuyos rostros estaban cubiertos con máscaras de terracota. Cada actor hacia más de un papel en cada obra, cuando fuera necesario.

Cada pieza era presentada por el poeta/autor en el festival de Dionisio con dos tragedias más, y una sátira final. El festival duraba tres días y cada día desde primera hora de la mañana estaba dedicado al programa de uno de los tres autores, que presentaban sus cuatro obras en competición. (Es decir, que el teatro de las tragedias no era solo al aire libre, sino que además diurno, y en un contexto religioso en el que los expertos no se ponen de acuerdo.)

Solo nos ha llegado una trilogía completa (la Orestiada de Esquilo). Aunque Sófocles rompió con la tradición de que las tres tragedias estuvieran conectadas, lo cierto es que las tres tragedias y la sátira final pudieran tener un hilo temático importante. Por ejemplo, Electra fue representada dentro de un programa que incluía otras tres obras. Sin conocer las otras obras, por muy desconectaras que estuvieran, estamos perdiendo, me parece un contexto importante sobre lo que el autor estaba intentando comunicar.

Es por todo esto, que las versiones libres, pero bien educadas de estas obras son la mejor opción para la representación contemporánea. Hay que entender bien la obra, los temas, los mitos y luego permitirnos la absoluta libertad de poder formar una noche de teatro que sea relevante y conmovedora para nuestro público del siglo XXI.

Sería un despropósito intentar ser fundamentalista, fiel a unos textos tan lejanos lingüísticamente, y donde la intención del autor nos llega plagada de incógnitas.

Todo lo que hagamos con estos textos será una traición; así que al menos, traicionemos con total desvergüenza.

9.8.10

Día 18: "Mejor en camisa de once varas que con camisa de fuerza"

Recibo el siguiente correo de Cliff, mi padre, en respuesta a mi entrada del blog sobre Friedrich Nietzsche, bajo el encabezado de "Mejor en camisa de once varas que con camisa de fuerza"

“A Nietzsche solo le estudié por encima en Mason (George Mason University), ni me acuerdo que asignatura era, tal vez historia y teoría del teatro, pero esos filósofos que yo llamo "absolutistas" (o es como dicen ellos, o no existe), no me entran... y creo que será por algo que, sino la mayoría, al menos sí gran número de ellos acaban locos o suicidas.  En fin, sus pensamientos son algo para tomar en cuenta, pero no para regir la vida de uno.  


Me quedo con Aristóteles, Santo Tomas de Aquino, Juan Ramón Jiménez...

Que tengas buen día y no te comas el coco, está bien que sepas lo que han dicho, pero piensa por ti mismo... lo haces muy bien.

Un beso,


Papá

Qué alegría recibir un poco de cordura y apoyo, como siempre, de mi padre. Cliff ha sido una de las figuras más importantes en mi vida. En mi casa su despacho, su biblioteca, era un lugar sagrado, pero lleno de  vida. Los libros de mi padre no eran de adorno, eran para ser leídos, algunos muchas veces, siempre disfrutados, porque casi nunca entraban malos libros a esa biblioteca.

A lo largo de mi niñez, siempre había dos enciclopedias a mano, una en inglés y otra en español. No exagero si digo que no había día que una de las dos no fuera consultada.

De mi padre he aprendido muchas cosas importantes. Una de ellas la necesidad existencial y el placer de ser autodidacta, de no esperar a que el descubrimiento te llegue a ti a través de otros, sino salir tú a su búsqueda de forma proactiva.

Siguiendo las metáforas de Nietzsche mi padre fue un ser muy apolinar, proporcional, racional toda mi niñez (“no-nonsense” como dicen en inglés). Aunque con su pasión por la opera italiana, me ponía sus discos todos los sábados por la mañana, ya mostrara síntomas de tener ciertas sensibilidades abiertas a las pasiones irracionales.

Hasta que el año 1997 la tragedia mostró su cara, hizo amago de entrar en nuestras vidas de bruces.  Mi padre sobrevivió un brutal atropello en la Avenida del Mediterráneo, en Madrid. Un accidente del que salió relativamente ileso. Los resultados fueron más existenciales que físicos. Su capacidad apolínea quedó bastante diezmada, a favor de una entrada triunfal de Dionisio en su alma.

Mi padre miró a la muerte cara a cara, y no le debió gustar lo que vio porque salió corriendo en dirección contraria. Desde aquel día mi padre retomó muchas asignaturas pendientes algunas en las calles, otras en las aulas: primero en Mary Washington University y luego en George Mason University, donde terminó por ser profesor. Consiguió su licenciatura y su postgrado en literatura española con matrícula de honor.


Es una gran historia de transformación que me inspira todos los días: si mi padre pudo reinventarse a los 65, ¿cómo no voy a poder yo enfrentarme a nuevos retos? Cliff, es para mí, uno de esos héroes que hacen a sus lectores sentirse indestructibles.

Y ahí sigue, interesándose por todo lo que ocurre a su lado, leyendo las noticias de este mundo con mofa y sorpresa, caminando todos los días sobre esa fina línea que separa lo apolíneo y lo dionisiaco. Esperemos que por muchos años más. Yo, no sabría qué hacer sin él.

8.8.10

Día 17: En camisa de once varas.

No aprendo. Siempre me pasa. Me meto en más de lo que puedo abarcar. Y adentrarme en medio de una búsqueda de Electra en el mundo inhóspito de Friedrich Nietzsche es “too much”. Aunque si ya estoy listo para contarlo en el blog, será porque de algo me está sirviendo. Bueno, seamos francos, me está sirviendo de mucho.
Y eso que es uno de esos nombres que da miedo. Sus libros son difíciles, polémicos, enigmáticos… le vuelven a uno tan loco como se volvió él en la vida real. Hasta sus famosos bigotes dan un poco de miedo en las fotos.



Pero he encontrado cierto consuelo en Nietzsche. Su primer libro se tituló “El nacimiento de la tragedia (griega)” Es un libro indispensable para los que estudian la tragedia antigua. En este libro postuló su influyente teoría de lo Apolíneo y lo Dionisiaco. Es una metáfora, un simbolismo psicológico y filosófico que ayuda mucho a la hora de analizar cualquier obra de arte y sobre todo el género de la tragedia.

Para Nietzsche lo Apolíneo se refiere al dios Apolo y representa una visión del mundo ordenada, con límites, con una belleza racionalista, proporcionada, de aparente practicidad.

Lo Dionisiaco, pertenece al dios Dionisio (Baco para los romanos), el dios en cuyo festival se representaron las grandes tragedias griegas que han sobrevivido. Este dios representa lo opuesto de Apolo, representa lo caótico, lo dinámico, y una imagen del ser humano como alguien que pertenece a un todo, más allá de la individualidad egoísta de lo Apolíneo.

En la tradición judeocristiana hemos crecido reprimiendo lo Dionisiaco, algo a lo que tener miedo, algo por lo que sentirse culpable… una pecaminosa y bárbara tendencia que debemos reprimir.

Para Nietzsche nadie representó con mayor certeza el equilibrio perfecto entre lo Apolíneo y lo Dionisiaco que Esquilo y Sófocles. Según Nietzsche con Eurípides y Sócrates llego la tiranía de la razón que puso en nuestra cultura el obsesivo culto a lo Apolíneo.

Nietzsche tiró por la borda muchas de las concepciones de nuestra civilización, siendo un iconoclasta, anunciando la muerte de Dios y criticando la Cristiandad y su hipocresía moral autocomplaciente, más que a Cristo en si, como figura histórica.

Es por todo ello que Nietzsche es radiactivo en nuestra tradición. Algunos lo llaman el Anticristo.

Me alegro haberme encontrado con él en este camino. Sus provocaciones intelectuales me ayudan en esta búsqueda de Electra. Me ayudan a entender que está bien no entender las tragedias en su totalidad. Que lo Dionisiaco es ininteligible porque no todo tiene sentido en la vida. Hay que abrazar lo Dionisiaco. La razón no puede con todo. No explica todo. No responde a todas las preguntas.

Para Nietzsche el sentido de la vida no se encuentra en la razón sino en las pasiones.

Y admiraba enormemente, y yo con él, el hecho de que los griegos no intentaban blanquear las tremendas, incompresibles realidades de la vida: lo trágico que está a la vuelta de la esquina y que nos deja, en cada una de sus apariciones, aturdidos, y a nuestras herramientas de racionalización obsoletas y oxidadas.

Como antídoto contra el conformismo, contra los que nos venden como práctico lo que no sirve para nada… aquí llega Nietzsche y su pasión dionisiaca al rescate.

5.8.10

Día 16: Una de caballos y sangre...

Con la llegada del viejo, por unos instantes, la tragedia Electra se convierte en una dramática película de aventuras. De las de "Primera Sesión". El público (el lector) sabe que el viejo miente. Orestes sigue vivo. Lo que viene ahora es parte de la trama de venganza de Orestes, que desconoce hasta la propia Electra.

A pesar de ser falsa, la historia que el viejo anuncia está tan llena de verdad, emoción y suceso: Orestes, tras triunfar en varias de las competiciones atléticas de Delfos, muere violentamente en un catastrófico accidente en la carrera de cuadrigas. La carrera y la muerte son narradas con todo detalle y agitación por el viejo, un gran cronista, un gran cuentista.

OI’GO TALAINA dice Electra. PHEU PHEU grita el coro de mujeres.

Clitemnestra recibe con una nota llena de desolación la muerte de su hijo, que es a la vez, su posible asesino y vengador. “Por mucho que sufra una mujer no puede odiar al hijo que ha parido.”, reconoce Clitemnestra. En este momento, su papel se llena de complejidad y humanidad. Al mismo tiempo embate, con palabras crueles, a una Electra destrozada por creer que ha muerto su última oportunidad de libertad.

El viejo anuncia la pronta llegada de las cenizas de Orestes en una urna.

Día 15: Ambientación temporal de las tragedias

Ahora lo sabemos. Los griegos clásicos (480-323 a.C.) sabían menos de su pasado que nosotros.

Su pasado se lo inventaron, o fue una mezcla de invención y tradición oral.

Las grandes tragedias griegas que nos han llegado no son obras contemporáneas para sus autores. Son obras historias ambientadas en la Era Heroica, una época en la que los humanos eran semidioses, hijos de humanos y dioses, una era de superhombres y supermujeres.

Esa era se sitúa entre la Edad de Bronce y el principio de la Edad de Hierro (1600-1100 a.C.). Para los clásicos, en esos tiempos los Dioses estaban mucho más involucrados en la vida diaria de los humanos.

Esta ambientación ofrecía a los atenienses la posibilidad de crear una distancia entre los acontecimientos y su público, además de la posibilidad de trabajar con hombres y mujeres que eran más grandes que la vida cotidiana de Atenas.

La época heroica se puede dividir en generaciones. Cito a algunos personajes conocidos de cada generación:

1. Antes de los Argonautas (Fénix, Europa, Perseo)

2. Generación de los Argonautas (Jasón, Medea, Hércules, Orfeo…)

3. La generación de Edipo (Edipo, Atreo)

4. La generación de los siete contra Tebas (Antígona)

5. La generación de Troya (Áyax, Aquiles, Agamenón, Odiseo)

6. La generación posterior a la guerra (Electra, Orestes, Telémaco)

Es por ello que no podemos siempre ver estas tragedias como representación de cómo los atenienses veían la vida, ya que sus personajes no eran de carne y hueso, sus mujeres no eran las mujeres de Atenas.

Tan importante era la separación entre el teatro y la realidad histórica inmediata que un autor, cuya obra no ha perdurado, Frínico (contemporáneo de Esquilo), fue multado a pagar 1.000 dracmas por recordar a los atenienses los traumáticos hechos de la derrota de un aliado ante los enemigos persas.

Este dato me ayuda a calmar la tentación de interpretar las tragedias por lo que sé de los griegos, o a interpretar a los griegos por lo que sé de sus tragedias.

4.8.10

Día 14: Gracias a Lord Leighton

Hoy tengo que hacer un inciso para rendir homenaje a uno de mis compañeros de camino, en esta búsqueda de Electra.  Es el pintor y escultor inglés Frederic Leighton (3 December 1830–25 January 1896). Lord Leighton ha sido una presencia continua en mis andanzas, aunque al principio no le pusiera cara. Sus obras son como esos actores secundarios que te suenan, que son de toda la vida, pero que nadie puede nombrar.

Es esta su cara.

Un famosísimo cuadro suyo es “Flaming June”.



Ayer descubrí a Lord Leighton mientras que buscaba en internet imágenes de Clitemnestra. De él di con una de Clitemnestra en Argos viendo los fuegos que anuncian el regreso de Agamenón.





Hay una gran dignidad, algo brutal, en esta figura.

Leighton, al que tildar de clasicista parece de tontos, es a pesar de su estilo victoriano y tradicional una referencia ineludible para todos los que estamos intentando aprender, imaginarnos a estas grandes figuras del periodo heroico.

De hecho, el cuadro de Electra ante la tumba de Agamenón que ilumina la cabecera de este blog es de él también.

Leighton murió sin hijos. Su biografía está llena de discreción y misterio. Al parecer en Londres tienen una casa museo con su obra. Londres, maldita Londres. Una ciudad a la que siempre prometo no volver pero que es tan ineludible como Leighton.


Tendré que programar un peregrinaje a la casa de Frederic.

2.8.10

Día 13: Clitemnestra vs. Electra

Entra a escena Clitemnestra. Una de las grande figuras femeninas de la tragedia griega, junto a su hija Electra, Medea y también Antígona. Son mujeres excepcionales, a pesar de haber nacido en el contexto de una sociedad donde las mujeres eran consideradas de una raza menor.

Clitemnestra es, no hay duda, una mujer llena de dignidad y fuerza, una mujer de armas tomar.

Es un lujo poder tener, no sólo versiones de Electra, sino también versiones de Clitemnestra de los tres grandes trágicos: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Tengo que estudiar mucho más sobre Clitemnestra. (Se poco, por ejemplo que en la Orestiada de Esquilo se la considera un personaje temible con características masculinas).

Con estas dos grandes divas en escena, el drama va en incremento. Clitemnestra y Electra entran en un choque de opiniones sobre el asesinato de Agamenón. Primero Clitemnestra echa en cara a Electra el estar montando un numerito en la calle, avergonzando a la familia una vez más, aprovechando la ausencia del patriarca Egisto.

Y es que, en lugar de presentar un juego obvio de buenos y malos, Sófocles convierte a Clitemnestra en una mujer con razones para haber cometido el crimen contra Agamenón. Le otorga argumentos sólidos. Esos argumentos ponen en duda la misma necesidad de venganza por parte de Electra, su justicia.

Clitemnestra recuerda a Electra el indigno crimen cometido por Agamenón cuando éste sacrifico a su hija Ifigenia camino de Troya. Clitemnestra pregunta, con mucha razón, que si Troya fue causado por la huida de Helena a Troya con París, por qué no fueron los propios hijos de Helena con Menelao los que sufrieron un sacrificio. (Menelao es el hermano de Agamenón que codirigía la expedición). Algo de razón tiene.

Al fin y al cabo, no solo había sacrificado a su hija, su marido también había tardado diez años en volver de Troya. (Troya estaba lejos pero no tanto.) Y cuando lo hizo, lo hizo con una concubina (Casandra) bajo el brazo. (Según algunas tradiciones Agamenón y Casandra llegaban a casa, encima, con dos niños gemelos)

Es inevitable ver la lógica de Clitemnestra. Pero la lógica, no siempre gana en tragedias celebradas durante festivales al dios Dionisio (Un dios que estimula a sus seguidores en estasis y bajo signos de locura ritual)

Electra, el personaje más dionisiaco de la obra, considera todo lo dicho por Clitemnestra una gran excusa. Electra acusa a su madre de matar a Agamenón por lujuria, por su deseo de substituir a padre por Egisto.
Clitemnestra, con desdén, da por terminada la discusión y continúa con su objetivo: hacer una ofrenda a Apolo, preocupada por sueños que ha estado teniendo, que parecen ser, según el coro, augurio de una posible venganza.

Todos los miembros de la Casa Atreo se encuentran sumidos en una sangrienta, interminable espiral de venganza, ojo por ojo. Tal vez por ello, importe poco quien tiene razón y quién no. Pero no deja de ser admirable, y enriquecedor que Sófocles haya dado a cada personaje su parte de razón, que a pesar de los siglos podamos entender a todos ellos, un poco. He ahí el enigma de los personajes trágicos griegos, no dejan de sorprendernos, de parecernos admirables y repugnantes a un tiempo, sobre todo a los que hemos crecido en una tradición maniquea y cristiana donde solo caben los buenos y los malos.

1.8.10

Día 12: Electra, la inconformista.

Recibo varias notas de aliento. Entre ellas la de Amador, al que tan buena idea, desde el primer día, le había parecido este blog. Me cuenta sobre su experiencia en Merida viendo la Orestiada de Mario Gas: “Recuerdo principalmente la voz de Constantino Romero, presentador de TV, pasado a actor, que con su voz contundente y oscura hacía respirar un ambiente aún más sobrecogedor. Recuerdo que me sentí como si fuera un griego viendo en su época la función.” (Gracias, por tu apoyo, una vez más Amador y que tengas unas buenas vacaciones)

Chema me manda noticias de la Lisistrata que con muy buena pinta se presenta este año en Mérida. Todo esto me trae sueños sobre ese lugar idílico, en el que todo el mundo se siente transportado.

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Ayer fue un día de mucha “Electra”, y ya se está empezando a conjugar en mi cabeza cómo contaría yo la historia de esta familia sumida en un ciclo de violencia sin fin...

Pero volvemos a Sófocles. Entra en escena Crisótemis, la hermana de Electra. Va camino de la tumba de su padre a llevar ofrendas por petición de la madre. Es una escena clásica, en el mejor sentido de la palabra. En ella vemos dos puntos de vista contrarrestados de forma clara. Y ese fuego cruzado, crece la tensión de la obra y los personajes se definen todavía mejor. Yin/Yan, gravedad y gracia, lo Apolonio y lo Dionisiaco, cara y cruz.

El genio de Sófocles es conseguir que a pesar de lo práctico y comedido de todo lo dicho por Crisótemis, que ruega a su hermana que silencie su llanto y protesta, Crisótemis nos parece una mujer subyugada, convencional y conformista. A su lado, Electra en su cabezonería, en su entrega sin fin al dolor y la necesidad de restregar las ampollas del pasado nos resulta heroica y rebelde. El coro, en el justo medio (“Hay beneficio para ambas si os escucháis”).

Ya lo había dicho antes Electra a las del coro: “En tiempos como este el autocontrol no tiene significado. Las leyes de reverencia no aplican.” Crisótemis representa ese autocontrol y respeto a las leyes, con una paradoja que todavía resuena entre cualquier ciudadano: “Si quiero ser una mujer libre, existen amos a los que tendré que obedecer”

Podría escribir páginas y más páginas solo sobre esta pequeña escena entre las dos hermanas.
Pero solo diré una cosa más. En esta escena veo una parte importante de la descripción de tragedia. La tragedia, no está solamente en lo que le ocurre a un personaje. Ambas hermanas tienen la misma biografía.
Lo dijo la clasicista Edith Hamilton: “ The suffering of a soul that can suffer greatly-- that and only that is tragedy.” (El sufrimiento de un alma que sabe sufrir grandiosamente- eso y solo es la tragedia)

Y pocos personajes en la historia del teatro han sabido sufrir como Electra.

En esta vasija: Imagen del siglo V a.C. Crisótemis presencia el asesinato de Oreste a Egisto.