Por petición de Blanche, llevo varios días leyendo sobre las ofrendas a los muertos, que tanta importancia tienen en el mundo griego clásico, en sus tragedias griegas, y en especial en la Electra de Sófocles.
Lo primero que hay que decir de la religión griega, algo tal vez que no se nos explicó demasiado bien en los colegios de tradición judío-cristiana, es que la vida religiosa de los griegos clásicos era muy distinta a la nuestra, no ya por el evidente politeísmo y por el antropomorfismo de sus dioses, eso nos lo explicaron bien, pero sobre todo por la falta de dogmas fijos y de texto sagrado unificado. Todas las historias que componen la mitología griega son flexibles, son historias que cambian, fluyen, y se reinventan.
El concepto de la vida después de la muerte, por tanto, también fluctúa y evoluciona.
Como con cualquier otro intento de entender esta cultura, nos encontramos ante un número limitado de fuentes, y muchas veces con textos prescriptivos (cómo deben ser, idealmente, las cosas) y no descriptivos (como son en realidad las cosas). Así que es difícil entender y explicar en breve las creencias mortuorias de los griegos clásicos.
(Una dificultad añadida en entender la vida religiosa del tiempo era la existencia, muy extendida, de ritos ocultos y secretos sin fuentes de tradición escrita, ni pública.)
Pero sí sabemos algo...
Mitológicamente, el reino de la vida después de la muerte se llama Hades, como el dios que lo preside. Hades era hermano de Zeus (el cielo) y de Poseidón (el mar). Este inframundo contaba con lagos, ríos, y una geografía propia. Odiseo (Ulises), lo visita durante la Odisea y regresa de él con éxito.
Para llegar al inframundo, el muerto ha de ser debidamente enterrado. (Este tema importantísimo en los mitos de Héctor, por ejemplo, al que Aquiles negó en un principio el derecho a ser enterrado, o en el de Antígona, que lucha contra el tirano Creonte por su derecho a enterrar a su hermano). Aquellos muertos que no recibían sepultura estaban condenados a vagar como espíritus sin descanso.
En la tradición griega, el muerto, una vez enterrado, podía acceder al mundo de las sombras. El concepto que empezó siempre por ser negativo, evolucionó para incluir un lugar, los Campos Elíseos; unos jardines donde vagaban las sombras de los guerreros y los hombres virtuosos. Para poder acceder y permanecer en los Campos Elíseos, el muerto necesita ser recordado por sus vivos a través de la libación, o la ofrenda de líquidos.
La labor de recordar a los muertos solía recaer en los miembros femeninos de la familia. Las libaciones podían ser de vino, aceite, o leche, u otro tipo de líquidos, con preferencia por los nutritivos. En el mito de Electra, ya en "Las coéforas" de Esquilo, encontramos el uso de un mechón de pelo como ofrenda mortuoria de Orestes a su padre Agamenón, elemento que usó también Sófocles, y que Eurípides parodió, en la escena de reconocimiento entre Electra y su hermano Orestes.
Como con cualquier otro pie de página, me podría pasar semanas con este tema, leyendo todas las fuentes originales y las interpretaciones, pero no podemos. Sería continuar escapándome por los cerros de Úbeda.
Tenemos que volver a Sófocles, sobre todo ahora que Orestes está a punto de entrar en escena. Electra no le reconoce, sumida en su pesar y agonía al creer que su hermano ha muerto. Es uno de los grandísimos momentos de esta obra.
Bienvenidos
Electra. Una de las grandes sufridoras de las historia. Una mujer peligrosa, porque no le queda nada que perder. Una mujer sedienta de sangre y de venganza. Una mujer con un inevitable complejo.
Me he liado con Electra; en el sentido de puro enredo creativo.
Me he obsesionado con ella, como en su día me obsesioné con la Goneril del Rey Lear, o con Medea. Pero esta vez he decidido abrir las puertas del taller… estudiar, aprender en público, con otros, mi invisible coro griego.
Aquí os invito a uniros a mi búsqueda. Bienvenidos.
Emilio Williams
Me he liado con Electra; en el sentido de puro enredo creativo.
Me he obsesionado con ella, como en su día me obsesioné con la Goneril del Rey Lear, o con Medea. Pero esta vez he decidido abrir las puertas del taller… estudiar, aprender en público, con otros, mi invisible coro griego.
Aquí os invito a uniros a mi búsqueda. Bienvenidos.
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7.9.10
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